viernes, 9 de septiembre de 2011

P A R E J A

         
            Pareja, situada en la Alcarria que baña el Tajo, es una villa antigua que ha llegado hasta nosotros con una vitalidad muy por encima de la que gozan la mayor parte de los pueblos de su entorno, y con un nombre señero, considerado sobre todo por el peso de su historia como uno de los pueblos más importantes de la provincia. Recorrer sus calles con los ojos de la cara y los del corazón bien abiertos, es abrir de par en par a la imaginación las puertas de su pasado.
            La villa de Pareja, hasta hace poco más de medio siglo, ha estado vinculada a la vida y costumbres -también a los privilegios cuando los hubo- de la ciudad de Cuenca, y mucho más aún a su diócesis, pues durante años y siglos se pudo considerar como segunda sede de sus obispos, de lo que aún se advierten en la villa alcarreña muchos detalles, además de que el obispo de Cuenca siga ostentando el título de Señor de Pareja y Casasana, lo que de alguna manera le sigue uniendo con tal vínculo a la provincia que tiene por vecina, y a cuya diócesis perteneció, como varios más de los pueblos de su comarca, desde tiempos imprecisos.
            Como villa antigua que es, y ligada por motivos ya dichos a la mitra conquense, al hablar de su iglesia y de los monumentos religiosos con los que todavía cuenta (sólo una parte de los que antes tuvo), habremos de notar en este sentido su calidad de pueblo privilegiado.
            La monumental iglesia de la Asunción destaca en la distancia sobre el resto del pueblo. Hace algunos años levantaron su torre, con lo que la presencia del monumento se acrecienta todavía más. Un legado de siglos que en nuestros días, como ocurre con tantos más repartidos por nuestros pueblos en todas sus comarcas, resultan costosos de mantener, y de cuidar como merecen cuando la entidad de los municipios marcan mínimos y los monumentos siguen ahí, esperando que se les tenga la debida consideración, entre otras varias razones porque en casi todos los pueblos y villas es la iglesia la única muestra de su antigüedad, de su arte en tantas de ellas, y hasta de su particular historia como único archivo donde echar mano siempre que hizo falta, y tan unida, además, a sentimientos nobles y a recuerdos entrañables.
            Aunque pasado el tiempo, las cosas nos resulten hoy muy distintas a como las conocieron nuestros abuelos, hay están los documentos escritos hace cientos de años en los que se da cuenta de las particularidades de cada lugar, que no pocas veces a las gentes de hoy nos cuesta trabajo. Y uno de los más fieles documentos que existen en este sentido son las famosas “Relaciones” que durante la segunda mitad del siglo XVI el rey Felipe II ordenó se llevasen a cabo en todos los municipios con intención recaudatoria, y que, tal como fueron contestadas por las autoridades y escribanos de cada lugar, han llegado hasta nosotros. Así nos ha sido posible saber que en Pareja llegaron a existir hasta catorce ermitas. Transcribo literalmente del referido documento, según respuesta a la pregunta número 41, y que dice así: «Tiene extramuros una hermita que se dice Nuestra Señora del Remedio, de muy gran devoción, y bien reparada; tiene un humilladero que se llama de la Quinta Angustia; otra hermita del Sr.San Lázaro: otro humilladero con un crucifixo en medio, otra hermita que llaman de los Bienaventurados San Sebastián y Fabian, y otra de Santa Lucía, y otra de Santa Agueda, otra de Santa Quiteria, otra hermita que llaman de Santa ana, otra de San Miguel, otra del Sr.San Gil, y otra de Nuestra señora de las Nieves, otra del Sr.Santiago, otra extramuros del Sr.San Juan Baptista, las quales dichas hermitas están mui bien reparadas, y algunas dellas dotadas.»
            El mismo documento nos habla después de la devoción en el pueblo a los Apóstoles San Simón y San Judas, dando asimismo noticia precisa de cuál fue su origen. El texto literal es el siguiente: «Tiene la dicha villa devoción con los Bienaventurados San Simón y Judas Apóstoles, y los tiene por sus patrones y Abogados, y ase oido decir a los antiguos que fue milagrosamente tomada la dicha devoción, porque en tiempos de peste general desta Villa, tomaron por devoción de celebrar la fiesta del Santo, que nuestro Señor les inspirase, y para ello hicieron doce velas de cera, y en cada una pusieron el nombre de un Apóstol, e las pusieron encendidas delante del Santísimo Sacramento, proponiendo que la última vela que de ellas quedase viva, que todas eran de un peso y pábilo, fuese visto ser aquella la devoción que habían de tomar, para celebrar y dar caridad en ella permanentemente, y ansí las dos últimas velas que quedaron fueron las de San Simón y Judas, y estos dos Santos se celebran perpetuamente, y oy en dia se hace la dicha fiesta dando y repartiendo doce reses vacunas a los Vecinos de la dicha Villa y pobres forasteros; ansí mismo se celebran las fiestas del Sr.San Gil, y Santa ana y Santa Agueda, y tomada la dicha devocion, cesó la dicha peste.»
            En la suntuosidad interior de la iglesia de la Asunción se deja ver la mano amiga de los obispos conquenses. La he visto con detalles en compañía de su joven párroco don Fernando Rojo. Lejos ya de los reveses sufridos durante el último siglo, profanaciones y siniestros, sigue guardando toda la prestancia que le da la piedra y las solemnes formas ojivales con las que fue construida en el siglo XVI. Si tenemos en cuenta lo que antes debió de ser, hoy podremos decir que se trata de un templo hermoso, pero falto de muchas cosas, sobre todo de su retablo mayor desaparecido en 1936 como un ciento más de los retablos e imágenes de nuestras iglesias, sobre todo de la comarca en donde nos encontramos.
            He conseguido del legado Tomás Camarillo una fotografía de su retablo mayor, además de una serie de datos muy concretos que nos hablan de él; por ejemplo que su ensamblaje fue debido a Pedro Martínez Mendizábal, vecino de Pareja, quien colaboró con el famoso escultor abulense Antonio de Lanchares, al que en 1630 todavía se le adeudaban por su trabajo cinco mil reales. Constaba el retablo de tres calles y cuatro entrecalles, dos cuerpos y un remate final. Estaba adornado con estatuas de extraordinaria calidad: los cuatro Evangelistas en el cuerpo inferior, dos a cada lado del tabernáculo, y en el cuerpo superior dos santos obispos con San Miguel y San Sebastián. En el remate la escena del Calvario y escudos de los obispos de Cuenca. Los lienzos sobre diversas escenas de la vida de la Virgen habían sido pintados por Alonso del Arco, pintor de moda en Castilla durante las primeras décadas del siglo XVII. Hoy aparece el ochavo del presbiterio completamente vacío, tan solo una imagen de la Asunción en concepción moderna, y un Cristo en la cruz del mismo estilo, ocupan una pequeña porción del muro frontal sobre el que se ajustó durante siglos uno de los mejores retablos clásicos que existieron en nuestra provincia.
            Por lo demás, resaltar la magnífica portada renacentista orientada al mediodía, la monumentalidad de las cuatro columnas que separan las naves en el interior del templo, y las artísticas nervaduras que adornan el techo de la sacristía, sólo una muestra de las que tuvo la cobertura de la nave central, que a mediados del pasado siglo se vino abajo y fue preciso reponerla con nuevas formas y nuevos materiales.
            A la salida del pueblo, ahora en obras de restauración, la ermita patronal -la más importante quizá de las catorce que hubo- de Nuestra Señora de los Remedios.


(Fotografía: Presbiterio de la iglesia de Pareja)

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